«Qu’est-ce que la Méditerranée», se pedía Fernand Braudel. Y él mismo respondía: «Non pas une mer, mais une succession de mers. Non pas une civilisation, mais une succession de civilisations entassées les unes sur les autres.»
El compromiso de Marsella que sitúa la sede del Secretariado de la Unión por el Mediterráneo (UpM) en Barcelona, marca el inicio de una nueva etapa en las largas pero delicadas relaciones euro mediterráneas. El reto es enorme: establecer un diálogo igualitario entre los países del perímetro mediterráneo que permita el reparto de la modernidad y el desarrollo.
« L’Europe ne se fera pas d’un coup, ni dans une construction d’ensemble : elle se fera par des réalisations concrètes créant d’abord une solidarité de fait ». Esta frase, pronunciada el 9 de mayo de 1950 por el entonces ministro de Exteriores francés, Robert Schuman, sitúa por primera vez la idea de federación europea como horizonte común para los pueblos de Europa.