“¿Crisis del euro? ¡El dólar tardó 80 años a hacerse!”
En un tono marcadamente optimista, Francesc Granell, catedrático de Organización Económica Internacional de la UB y director general honorario de la Comisión Europea, destacó que el euro es una historia de éxito que no tiene marcha atrás: la moneda única europea representa ya el 25% de las reservas mundiales.
Según Granell, lo que estamos sufriendo “no es una crisis del euro, sino la crisis de los estados periféricos de la zona euro, que no han sabido adaptarse a una unión económica muy imperfecta”. Considera que la actual crisis del euro constituye una ocasión única para dar un salto adelante en la integración política y económica del continente. “Ahora es un momento de esperanza, con una Alemania que hace de motor federalista. Si no actuamos ahora, Europa caerá en la irrelevancia a nivel mundial.”
Para justificar esta visión optimista, Granell argumentó que, hasta ahora, el proceso de construcción europea seguía el principio del neo funcionalismo activo, que ha generado unos avances muy pequeños porque siempre se tenían que aprobar por unanimidad. Con la crisis del euro un nuevo paradigma se impone como motor de la integración europea: el neo funcionalismo reactivo, que se fundamenta en las necesidades de adoptar medidas urgentes para superar la crisis. La Agencia Bancaria Europea, posible embrión de una unión bancaria, o el mecanismo europeo de estabilidad son los primeros frutos de este nuevo paradigma.
Según Granell, el contexto actual es el más proclive de todos los antecedentes históricos para resolver las ineficacias y los proyectos pendientes de la Unión Económica y Monetaria. Hoy día, los Estados miembros empiezan a admitir que no es posible mantener un euro sin un gobierno económico que rija la Eurozona, una especulación que hasta ahora sólo se había tratado a nivel académico. Además, la implicación de los Estados Unidos y de la China en la compra de la deuda soberana europea comporta una presión inédita para la consecución de un gobierno económico europeo.
Para situar el actual contexto europeo en un prisma histórico, el ponente argumentó que el dólar tardó 80 años a hacerse, ya que cada estado tenía su propia moneda y el sur, entonces más rico, tuvo que subvencionar el norte durante bastante tiempo.
Finalmente, el catedrático remarcó que considera impensable una salida del euro de Grecia o de España; primero porque los tratados no lo prevén pero especialmente porque un retorno a la dracma o a la peseta implicaría multiplicar la deuda externa por la devaluación que se hiciera en el periodo de transición y una inflación exponencial derivada de la necesidad de poner en circulación más dinero para hacer frente al déficit.