Publicidad ecológica de productos contaminantes
Muchos ciudadanos desconocen que parte de los anuncios que se permiten difundir en los medios de comunicación catalanes y españoles estarían prohibidos en algunos países de Europa por engañosos. Campañas que aquí se realizan sin ningún tipo de impedimento, como patrocinar los espacios meteorológicos por parte de compañías petroquímicas o utilizar conceptos ecológicos para vender coches que emiten CO2, en otros países no se podrían hacer.
Es el caso de Suiza, donde, desde el año 2007, el sector petroquímico tiene prohibido relacionar su comunicación con el medio ambiente gracias a la presión de Greenpeace y la decisión final de la Comisión Suiza para la Lealtad. La decisión se argumentaba a partir del informe de 2007 del Grupo Intergubernamental de Expertos en el Cambio Climático que confirmaba que la humanidad es la principal responsable del cambio climático a causa del uso que hace de los combustibles fósiles.
También en el 2007, el Gobierno de Noruega tomó medidas para que los fabricantes de automóviles corran el riesgo de recibir multas si utilizan palabras como “neto, amigo del medio ambiente” o “verde” en sus anuncios. Además, tienen que evitar el uso de descripciones ambientales como “bajas emisiones de dióxido de carbono” para no restar importancia a los otros gases tóxicos.
Por su parte, el Ministerio de Medio Ambiente español acaba de impulsar un código de autorregulación sobre los argumentos ambientales en los anuncios pero éste no deja de ser un código voluntario que no cuenta con ningún régimen de sanción económica. La situación actual, que no cambia el panorama publicitario, permite todavía difundir eslóganes como “el coche que menos contamina del mundo” para anunciar un automóvil que emite CO2, aunque el año 2007 abrió a Sabadell el primer concesionario de coches eléctricos de la península.
El hecho de que la Unión Europea retire productos altamente contaminantes, como los termómetros de mercurio o las bombillas incandescentes, no significa que el resto de productos del mercado sean menos peligrosos y que por lo tanto sean “verdes”, tal como algunos los pintan. Aun así, la responsabilidad del consumo no deja de ser responsabilidad, en parte, del consumidor, ya que éste se puede caer en el consumismo verde, que no quiere decir consumo verde, si sigue consumiendo por encima de sus necesidades.
Eduard Motos es miembro de Horitzó Europa
Artículo publicado en El Punt, el 5 de noviembre de 2009, en la página 15 (en catalán)