Partal: “Con Wikileaks la frontera entre transparencia y manipulación no está clara”

En la última cena coloquio organizada por Horitzó Europa en Barcelona, Vicent Partal, director de Vilaweb y vicepresidente del European Journalisme Center, abordó las repercusiones de la reciente filtración masiva de documentos secretos de los Estados Unidos (unos 253.000) hecha por WikiLeaks por medio de cinco medios escritos (The Guardian, New York Times, Le Monde, Der Spiegel i El País), así como los claroscuros de las acciones de la organización fundada y dirigida por el australiano Julian Assange.

En el marco de un rico debate, en el que intervinieron personas de perfil muy diverso (periodistas, académicos, funcionarios, etc), Partal expuso sus ideas, algunas de las cuales resumimos a continuación.

Las filtraciones del Departamento de Estado

El número de documentos secretos de los Estados Unidos (que son producidos principalmente por los Departamentos de Estado, de Defensa y de Interior) se ha multiplicado en los últimos años. La revolución de las tecnologías de la información y la comunicación facilita su potencial filtración.

Los documentos filtrados son comunicaciones entre las embajadas y consulados con la sede central del Departamento de Estado (probablemente e-mails) y no se han filtrado cuando no se encontraban fuera del territorio de los Estados Unidos (cuando están protegidos por el secreto diplomático) sino desde el mismo Departamento de Estado, donde estaban siendo evaluados y ordenados.

La mayor parte de los documentos tratan sobre decisiones o acciones políticas que tienen lugar en un país tercero y pueden afectar a los intereses norteamericanos. No se ha publicado nada extremadamente sorprendente. En mayor o menor medida, todo era bastante previsible. Además, por la propia naturaleza de los documentos, si alguien queda negativamente afectado siempre es el representante de un país tercero (nunca un norteamericano).

Con respecto a las comunicaciones que hablan sobre Cataluña (y a la espera de la publicación de los 31 telegramas enviados desde el Consulado a Barcelona), podemos decir que la mayor parte de ellas, sobre todo las que hablan sobre la presencia jihadista en el país, se basan en las informaciones alarmistas que El Periódico publicó el año 2007 sobre supuestas células terroristas islámicas en Tarragona. Eso demuestra que, como era de esperar, los autores de las comunicaciones se basan principalmente en los titulares de la prensa local.

El papel de WikiLeaks

Esta organización apela a la transparencia para publicar documentos oficiales secretos, pero su actuación tiene, como mínimo, algunos puntos oscuros. Primero, parece que WikiLeaks se guarda una carta en la manga: si la vida de Julian Assange corriera peligro, podrían hacerse públicos documentos mucho más comprometedores. Esta estrategia, sin embargo, pone en entredicho su compromiso con la transparencia; si tan comprometedores son los documentos que guarda, los tendría que hacer públicos.

Segundo, con el fin de proteger al confidente, no se hace pública la identidad, hecho que impide al periodista cumplir con un requisito básico para contrastar la noticia: el acceso a las fuentes.

Por último, no se puede garantizar que los documentos publicados sean auténticos. ¿De momento, nadie ha negado nada, pero qué pasará si mañana sale un nuevo WikiLeaks y hace públicos documentos falsos?

La persecución de WikiLeaks y el futuro de Internet

Es inaceptable como se está persiguiendo WikiLeaks y su fundador. Se ha presionado Amazon, PayPal, Visa o MasterCard para que no trabajen con WikiLeaks. Es el primer ataque coordinado contra alguien a Internet. Este precedente es muy peligroso y hay que combatirlo. De todos modos, Internet ha creado la red de información y comunicación más libre de la historia y eso ya no tiene marcha atrás. Es un avance pero no necesariamente siempre positivo: ahora hay más herramientas que nunca para la transparencia y para la manipulación.

Medios de comunicación y democracia

En este sentido, los medios de comunicación juegan un papel primordial para ayudar a distinguir el grano de la paja. El problema es que, hoy día, la velocidad no nos permite reflexionar. La necesidad de publicar todo aquello que pasa rápidamente impide un análisis tranquilo de la situación y una valoración justa de la fiabilidad y el interés de las historias que se publican. Otro problema que afrontan los medios del siglo 21 es la fragilidad de su independencia, sobre todo, cuando pasan a depender de grandes grupos económicos. Por cierto, El País no formaba parte del selecto colectivo de medios que recibieron la filtración de WikiLeaks hasta que no lo compró un grupo llamado Liberty…

Si queremos intuir los cambios que ésto puede implicar en el futuro, cosa bastante difícil, parece que nos pueda encaminar hacia una mayor transparencia informativa y de las administraciones y hacia un mundo más complejo, basado en una democracia de alta calidad: participativa de manera constante.