Bandera europea
Leena Saarinen

Manifiesto de Horitzó Europa / UEF Catalonia 2016

“Y, de un día para otro, ya no se podía viajar libremente por Europa”

(Eso ya ha pasado con la suspensión parcial del espacio Schengen)

Seguimos con mucha preocupación la política en todo el continente. La libertad de movimiento ya se ha restringido, los gobiernos europeos no se coordinan entre ellos y puede llegar el momento que los Estados Miembros vuelvan a utilizar la guerra como amenaza.

Ideado hace unos 70 años, el proyecto político europeo quiere asegurar la paz y el bienestar en Europa. La Unión se ha ampliado para incluir muchos más estados de los que había llegado a soñar. La falta de igualdad de bienestar pone en riesgo nuestro proyecto común. Desigualdad entre estados, ciudades y pueblos, entre generaciones y culturas. Como proyecto de paz, Europa y el proyecto político europeo han funcionado. Sin embargo, hay que defender esta paz que se ve amenazada por todas partes, por primera vez en mucho de tiempo y desde bandos muy distintos. Bandos geográficos, religiosos (de todo tipo) y geopolíticos. Hay quién no quiere que sigamos teniendo una Europa unida y todavía más eficiente. Hay quién no le gusta nuestro estilo de vida.

El proyecto político europeo es imprescindible para defender y mejorar aquello que ahora tenemos. Quien comparte una visión europeísta tiene que admitir que hemos pecado de optimismo y, en algunos casos, de ceguera. No hemos querido ver lo que pasa de verdad y, a veces, lo hemos hecho con un aumento nocivo del clasismo y el elitismo, que han alejado muchas capas de la sociedad.

Los estados-nación crearon el proyecto y los estados-nación lo están poniendo en entredicho. El proyecto europeo necesita flexibilidad y comprensión de su propia diversidad. Diversidad geográfica, histórica, cultural, lingüística, política. La paz que anhelamos necesita que el proyecto reconozca su propia diversidad más allá de sus Estados Miembros. Si hay estados que no reconocen la diversidad, lo tiene que hacer Europa. Hace falta una dimensión política europea fuerte y capaz de defender el interés europeo ante los tacticismos políticos de los estados-nación, ya sea por inminentes elecciones o por intereses de tipo diverso. Una Europa políticamente unida donde diferentes actores tienen cabida sin bloquear permanentemente las soluciones continentales.

Hoy el proyecto político europeo vive una crisis sin precedentes. Financiera, económica, social, política, cultural, incluso de civilización. La burbuja bruselense no ayuda. No somos ni queremos ser euroescépticos. Somos personas convencidas de la necesidad y de los objetivos de nuestra Unión Europea. Sin embargo, no podemos comprender por qué las instituciones europeas y los actores que se interrelacionan continuamente –grupos de presión, laboratorios de ideas, académicos, etc. – se han hecho impermeables y no transmiten con rapidez las demandas ciudadanas. Y que, incluso, responden con arrogancia y prepotencia al enfado legítimo de mucha gente que se sentía europea y que ahora busca refugio en ideas caducas. La ciudadanía a menudo no se siente representada y también el Parlamento Europeo tiene mucho campo por recorrer si se quiere incrementar la democracia en la toma de decisiones a escala continental. Por otra parte, los 28 estados-nación que constituyen esta Unión ni quieren ni pueden ir más allá en su integración —sino al contrario, tienden a recoger sus políticas y voluntades nacionales, presentando la Unión Europea como el gran mal a evitar.

Hay quien no quiere esta Europa. Cierto, nosotros tampoco, queremos mejorarla. Aportamos crítica: queremos mucho más, una Europa que refleje mucho mejor el sueño inicial. Inclusiva, abierta, una Europa capaz de acoger a quién llega en busca de, precisamente, todo eso.

Horitzó Europa es una entidad que nació hace diez años en Cataluña para combatir los primeros tics euroescépticos dentro del catalanismo. Durante esta década hemos defendido la oficialidad del catalán en la Unión y hemos organizado cerca de un centenar de cenas europeas y muchas otras actividades. Nunca hemos perdido el horizonte europeo. Queremos una Unión Europea fuertemente anclada en la proximidad, que respete su diversidad, que sepa comprender sus problemas de legitimidad, que sepa hacer frente a las veleidades escépticas y a la arrogancia de aquellos que viven dentro de la euroburbuja. Nos duele que una buena parte de Europa no vea que Cataluña es tan activamente europeísta, con ganas de aportar energía y opiniones al proyecto político europeo desde su diversidad intrínsecamente democrática. Si la Unión no quiere comprender la cuestión catalana, ejemplo de su diversidad, esta Unión perderá una oportunidad y un segmento de su población que se siente mayoritariamente europea e, incluso, europeísta.

Europa nos necesita ahora. Ya sea mirando desde la crítica más necesaria o desde el contentamiento más acomodado. No toca empezar de cero, reinventarlo todo. Ahora toca implementar mejoras concretas y bien concretas:

Un gobierno europeo para las competencias que ya son, ahora mismo, de alcance europeo. Listas supranacionales en elecciones europeas y más poder democrático para el Parlamento Europeo. Una unión fiscal y económica que, de hecho, es imprescindible para que una unión monetaria –el euro– pueda funcionar.

Queremos una Europa que funcione, y que funcione mejor. Una Europa que ponga en funcionamiento todo aquello que puede hacer funcionar. Hacer que el proyecto político europeo pase de prescindible a imprescindible.

La Unión Europea se creó en un intento de pacificar un continente devastado por dos guerras mundiales recientes, y muchas guerras precedentes. Treinta años que hundieron un continente. La paz tenía que traer prosperidad económica, progreso democrático y una implacable defensa de los derechos humanos. El proyecto europeo ha querido abanderar estos tres principios y se ha encallado a medio camino. La grave crisis financiera, junto con el auge de los partidos de extrema derecha y la llegada masiva de personas refugiadas a la Europa central, colocan la Unión Europea ante un reto difícil de encarar si no es haciendo un gran salto adelante en el compromiso europeo de convertirnos en una Unión real, tangible y próxima a los ciudadanos.

Desde Horitzó Europa trabajamos para construir una Europa transversal, donde las ciudades vivan su protagonismo con naturalidad, donde las naciones sin estado tengan su sitio, donde las regiones creen alianzas naturales, donde el movimiento de personas sea visto como natural. Queremos contribuir a animar la participación ciudadana, activar el debate y compartir propuestas y temáticas que nos llegan de otras partes del continente. Entre otras actividades, promoveremos la presencia de banderas europeas en las movilizaciones ciudadanas catalanas, seguiremos pidiendo la oficialidad del catalán y el aranés, fomentaremos una crítica sana y necesaria en la euroburbuja y seguiremos defendiendo que necesitamos una Unión viva y dinámica, abierta y diversa.


Empezamos una nueva etapa. Queremos incidir en un nuevo horizonte europeo desde Cataluña. Por eso, os invitamos a nuestra Asamblea Ordinaria el jueves, 17 de noviembre de 2016, a las 18 horas en el Aula Europa (sede de las instituciones europeas en Barcelona, Paseo de Gracia 90 1º, 08008 Barcelona).

¡Os invitamos!

Este manifiesto está abierto a las aportaciones de todo el mundo.

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Horitzó Europa / Union of European Federalists (UEF) Catalonia